martes, 3 de noviembre de 2009

Hermoso texto de Jorge Dìaz

Contar un cuento es un milagro.
Algo tan inexplicable como respirar, como abrazar a alguien, como enamorarse.
Algo que puede ocurrir sólo de vez en cuando, aunque nunca sepamos si este estremecimiento fue el aleteo de un ángel o una corriente de aire.

No es cosa de decir: "voy a contar un cuento".
Sería como decir: "voy a hacer un milagro".
Hace falta que llegue su hora y que haya cómplices,
El cuento es un misterio que sólo es revelado cuando alguien, tembloroso, se lo cuenta a alguien maravillado.

Entonces, cuando lo está contando se produce el prodigio:
El narrador regala con su palabra su piel, su sangre, su risa, su amor a corazón abierto.
Cuando niño, encerré unos gusanos en una caja vacía de cartón.
Pasaron unos días y al abrirla apareció una nube de mariposas que volaron al sol.
Así son los cuentos: sólo se transforman en el aire, sólo palpitan en el aliento de ese pretidigitador que es el Cuentacuentos

* Sobre Jorge Dìaz
Presentación 

No vengo del lenguaje.
No soy un escritor.
Sin un grupo detrásno puedo escribir ni una línea.
Soy un arquitecto que ve las palabras en el espacio
Jorge Díaz

Jorge Díaz, destacado miembro de la Generación Literaria de 1950, inició su trayectoria en el teatro nacional hacia finales de la década de 1950, al vincularse al grupo Ictus. En un primer momento, se desempeñó como escenógrafo, para luego hacerlo como dramaturgo, labor que le haría ser reconocido como uno de los más influyentes de la escena teatral nacional de la segunda mitad del siglo XX. En 1957, había estrenado sin éxito uno de sus primeros textos, Manuel Rodríguez. 

Con más de noventa obras teatrales escritas -entre las que destacan El cepillo de dientes, El velero en la botella, Las cicatrices de la memoria, Topografía de un desnudo y Pablo Neruda viene volando- y alrededor de cuarenta piezas de teatro para niños, a lo que se agrega su trabajo como guionista de radio y televisión, y sus actuales creaciones de narrativa, Jorge Díaz es uno de los dramaturgos más premiados en la historia del teatro chileno. Entre los galardones que ha obtenido se cuentan el Premio Nacional de las Artes de la Comunicación y Audiovisuales, en 1993; el Premio Antonio Buero Vallejo de Guadalajara, en 1992; el Premio de Teatro Centenario de la Caja de Ahorros de Badajoz, en 1989; el segundo premio en el Cuarto Concurso de Dramaturgia Eugenio Dittborn, otorgado por la Escuela de Teatro de la Universidad Católica, por su obra Fragmentos de alguien, en 1987; el Premio Palencia de Teatro (España), en 1980; por mencionar algunos. 

En sus inicios, las obras de Jorge Díaz se vincularon al teatro del absurdo, orientadas hacia la crítica social y la sátira de la realidad latinoamericana. De este modo, estas piezas teatrales auscultaban la realidad, evidenciando el escepticismo y la desesperanza del autor a través del mundo representado, la lucha de sus protagonistas por vencer la soledad, la mentira y la incomunicación, el lenguaje directo y el uso del humor negro o sarcasmo. Los textos teatrales de Díaz develan la angustia existencial de los seres humanos en medio de la vorágine de la sociedad moderna, en la que todo parece ser un objeto descartable. 

La crítica especializada ha valorado la producción del autor, tanto por su fidelidad a una estética particular y a los temas abordados en sus montajes, como su permanencia y calidad. Jaime Celedón, compañero en el grupo Ictus, señaló: "En todas sus obras (...) encontramos en el escenario a un ser humano, sobre el que se edifica la trama, y que se enfrenta a ella tan sólo acompañado de su alma, sus sentimientos y su palabra. La devolución de ella en el desarrollo teatral de cada una de las obras, llega al espectador como un eco lacerante de necesidad, posibilidad y frustración. Es el grito del hombre a la ancha curvatura de un paisaje hosco, aislado, falsamente poblado, y sordo a las inquietudes de la nueva generación humana". 
En 1994, luego de vivir largo tiempo en España, volvió a Chile para radicarse definitivamente, donde continúa escribiendo y dedicando parte de su tiempo a la pintura. 
Jorge Díaz falleció el 13 de marzo de 2007.


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